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martes, 15 de julio de 2008

16 de Julio de 2008 - 159 aniversario de la fundación de los Hijos del Inmaculado Corazón de Maria


Los grandes sucesos de la historia inician con sencillos acontecimientos. Este es también el caso de la fundación de la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María: todo empezó en un cuarto prestado del Seminario de Vic, en Barcelona.
Allí el Padre Antonio Claret convocó a otros sacerdotes -de los cuales conocía su pasión por la misión- y les expuso la idea de formar una “Congregación de Sacerdotes que fuesen y se llamasen Hijos del Inmaculado Corazón de María”.
La motivación de Claret fue su pasión por la misión, por anunciar a todos y en todos los lugares la Buena Nueva. Se sentía ungido y enviado por el Padre y por María; este impulso lo llevó a realizar toda clase de sacrificios con tal de que Dios fuese conocido, amado y servido. Quiso hacer más para cambiar las situaciones de muerte que envolvían la sociedad de su tiempo, pero se dio cuenta que, a pesar de su entusiasmo y capacidad, no podía hacer todo lo que pretendía ante la difícil realidad que le rodeaba. Siendo así, Claret se dispuso a sí mismo “hacer con otros lo que solo no puedo”, surgiendo una comunidad de discípulos de Jesús, de misioneros, inspirada por la experiencia de Dios y de la realidad que vivió Claret.
“Procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas” es el cometido que inspira la obra misionera de Claret, y de la cual también se nutre el Instituto Misionero que él fundara, comúnmente conocido como los Misioneros Claretianos. Del celo misionero de Claret y de los humildes inicios de la Congregación en aquel seminario de Vic, hoy se ven sus frutos en 167 países, en donde más de tres mil misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María ofrecen sus servicios y anuncian la Palabra “para que todos tengan vida”.

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