I made
sábado, 21 de agosto de 2010
Ser catequista hoy... Feliz Día
Dedico este post a todas aquellas (casi siempre son mujeres…) que dedican su tiempo a la transmisión de la fe a través de la catequesis. Dar catequesis no es impartir un libro, sino hacer visible la fe a aquellos que comienzan a descubrirla. Sean niños, jóvenes o adultos, no importa. El-la Catequista es aquel que introduce en los misterios de la fe a quien tiene sed de la trascendencia.
Son tiempos difíciles, ya lo hemos dicho en otras ocasiones. Para las catequistas no es una excepción. A las críticas habituales (que si son las pelotas del cura, que si cobran por su tarea…) se une hoy el desaliento por una labor de la que cada vez se ven menos frutos. Los sacramentos se han convertido en meros actos sociales y eso hace la tarea más ardua si cabe. Encontrar un niño que siga en postcomunión o un joven que tras confirmarse permanezca en la parroquia es casi una quimera. Además, nadie está dispuesto a dar nada gratis, y ello produce que nadie crea que un catequista realiza su labor por amor al Evangelio y a la Iglesia. En nuestra cultura del ocio, niños y jóvenes tienen cientos de distracciones más entretenidas que la catequesis. Por ello, ir a catequesis se ha convertido en una obligación más, como el colegio, el judo o el refuerzo de inglés. Son pocos los que buscan a Dios a través de la catequesis. Pocas familias interesadas, pocos niños interesados. Es de cajón.
Y sin embargo, allí están ellas. Dejando por un momento a sus familias, sus ocupaciones -o simplemente su descanso- dedican su tiempo y su esfuerzo a poner ladrillos espirituales en el Reino de Dios. Sin importarles las críticas. Tentadas (pero no vencidas) por el desaliento. Incomprendidas muchas veces incluso por las madres que les tendrían que estar agradecidas. Rebanándose los sesos para hacer más atrayentes sus esfuerzos. Me consta que a algunas las catequesis les cuesta incluso dinero de sus bolsillos. Aparte de la formación continua que ellas son conscientes que necesitan y que les quita más tiempo aún.
En fin, A todas ellas, ¡Gracias! Y no olviden nunca dos textos fundamentales de la Biblia: Primero, la parábola del sembrador (Mc. 4, 1-9). Vosotras sembráis en todas partes, que cada uno recoja lo que pueda… Y segundo Cristo nos promete el ciento por uno y la vida eterna (Mc. 10,28-31) … merece la pena arriesgar nuestra vida por Él, que nunca falla…
Feliz día, porque sos personas que la pelean día a día sembrando esperanza, en una sociedad muy hostil.
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