El calendario marca el 1° de enero como inicio del nuevo año. Los cristianos también empezamos cada año un recorrido, que tiene como acontecimiento importante la fiesta de la Pascua. Para el creyente, el tiempo es sobre todo historia de salvación; en torno a ella gira cada Año Litúrgico. El comienzo de este año no coincide con el del año civil; tampoco inicia un día preciso. Su comienzo se ubica en el Domingo más próximo al 30 de noviembre, fiesta de san Andrés Apóstol. Ese domingo es el primer día del año litúrgico y el primer Domingo de Adviento.
El Año Litúrgico esta dividido en varios ciclos, llamados TIEMPOS LITÚRGICOS:
• Tiempo de Adviento
• Tiempo de Navidad
• Primera parte del Tiempo Ordinario
• Tiempo de Cuaresma
• Tiempo de Pascua
• Segunda parte del Tiempo Ordinario
La Iglesia celebra en el desarrollo del año todo el misterio de Cristo (cf. SC 102).
ADVIENTO 2009
Estamos habituados a empezar el Año Litúrgico con el Adviento, como preparación a la celebración de la Navidad, esto podría hacernos pensar que la Navidad es la fiesta más importante del año. Y no es así. Es muy importante celebrar el Nacimiento del Salvador, pero la fiesta cristiana más importante es la Pascua. En ella celebramos el gran amor de Jesucristo hacia nosotros, expresado a través de su muerte y resurrección.
ADVIENTO
El Adviento es un Período de cuatro semanas, donde los cristianos preparan su corazón para la venida de Jesús.
“Adviento” significa: “venida, llegada”. Quiere celebrar la triple venida de Jesús: Jesús es el que vino (nacido de la Virgen María), el que viene (Hoy, en los signos de los tiempos), el que vendrá (con gloria, al final de la historia). Es Jesús ayer, hoy y siempre.
El Adviento consta de cuatro domingos antes del 25 de diciembre y de dos períodos: - desde el primer domingo hasta el 16 de diciembre; - desde el 17 hasta el 24 de diciembre.
El Adviento es un tiempo de alegre espera; la espera de la llegada del Señor. Por eso los cristianos escuchan en los textos y cantos palabras alusivas a la venida del Señor.
Las grandes figuras que la liturgia nos presenta es este período son:
• El profeta Isaías,
• Juan el Bautista,
• La Virgen María espera, prepara y realiza el adviento del Señor.
En Adviento se usa el color MORADO.
El tercer domingo de adviento, llamado “Gaudete” = Gozo, se utiliza el color rosado, indicando la alegría al acercarse ya el nacimiento del Señor. (Cf. Flp. 4, 4-5, usado como antífona propia de ese día: "Estad alegres en el señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca")
Además, durante este tiempo no se dice ni se canta el Gloria, pero se sigue cantando el Aleluya, antes de la proclamación ("lectura") del Evangelio.
El origen del Adviento
Así como existía un tiempo de preparación a la Pascua, surgió la idea de destinar un tiempo de preparación al Nacimiento de Jesús, manifestado al mundo como Salvador.
La palabra Adviento tiene su origen en el término latino “adventus”, que significa “venida” o “advenimiento”. Desde el principio, el Adviento es considerado un tiempo de “espera”.
En los escritos del Nuevo Testamento constatamos cómo los cristianos de los primeros siglos esperaban el regreso glorioso del Señor al final de la historia. Esta espera llegó a crear ansiedad en las comunidades cristianas, por la tardanza. San Pablo en las cartas a los Tesalonicenses calma esa ansiedad explicando a la comunidad el verdadero sentido de la esperanza cristiana: “Ustedes saben muy bien que el día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche... Pero ustedes, hermanos, no viven en la oscuridad. Por tanto, el día del Señor no debe sorprenderlos como si fuera un ladrón” (1 Tes 5,2.4). Este aspecto de espera se incorporará también a la celebración del Adviento.
En los siglos siguientes se afianzó el Adviento como “tiempo de espera”: espera del Señor en su venida histórica en su nacimiento en el portal de Belén, espera presente del Señor que viene en cada momento a nuestra vida y quiere que reconozcamos su presencia, y espera de su venida gloriosa al final de los tiempos.
Corona de Adviento
La corona del Adviento es el primer anuncio de Navidad. Está hecha de follaje verde, generalmente de ramas de pino. Su forma circular simboliza la eternidad y su color verde la esperanza y la vida. El rojo con el que se suele adornar, simboliza el amor de Dios que nos envuelve y también nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. Además de estas raíces simbólicas universales, se añade el signo cristiano de la luz como salvación: los cirios expresan la espera vigilante de Cristo Jesús como Luz y Vida. Que la Corona de Adviento nos ayude en el crecimiento de la esperanza, fomente nuestra oración en familia, nos permita recuperar el sentido del Adviento, sin adelantar la Navidad, y sea un signo que nos recuerde la necesidad de estar siempre vigilantes para el encuentro con Jesucristo vivo, el Dios que vino, que viene y que vendrá.
Es verdad que en la Navidad celebramos la venida de Cristo luz al mundo. Es el tiempo para proclamar con alegría el nacimiento del Salvador de las Naciones. Es el tiempo para exclamar con Isaías: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado y será llamado maravilloso consejero, Dios poderoso, Padre eterno, Príncipe de la Paz”. Pero, ¿cómo podremos apreciar la magnitud del don de Dios si no hemos dedicado tiempo a meditar sobre la oscuridad en que vive el mundo, sobre nuestra necesidad de un Salvador, sobre el anhelo de paz que tiene la humanidad?
Durante el Adviento, la liturgia debe cultivar el sentido del misterio que se celebra. Los cantos de Adviento deben resaltar la espera vigilante del Señor y las demás actitudes espirituales propias de este tiempo. Los temas y personajes claves del Adviento son: la Iglesia en vela a la espera del regreso de su Señor, la Virgen María, la mujer del primer y mejor Adviento, Juan el Bautista e Isaías, profetas que preparan el camino del Señor, los temas de la vigilia, perseverancia, esperanza porque el Señor va a venir; la conversión, la paz mesiánica, la alegría por la cercanía de su presencia entre nosotros, la Encarnación del Señor, la Virgen del Adviento.
El protagonista de las lecturas es Juan Bautista. Vamos leyendo fragmentos del evangelio en los que él se presentaba como precursor del Señor. La primera lectura, estos días, ya no tiene tanta importancia. Lo más importante es centrarse en la persona y el mensaje del Bautista, y en las actitudes de la gente ante él, y el contraste entre su misión y la del Mesías.
En Adviento-Navidad todos los cristianos hacemos memoria agradecida de Jesús, Dios hecho hombre como nosotros, y participamos de aquella esperanza del pueblo de Israel, que aguardaba la venida del Mesías. Con el sacerdote Zacarías, padre de Juan el Bautista, confesamos que “Dios ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación...” (Lc 1,68-69). Dios ha querido salvarnos desde dentro de la historia, arriesgándose hasta el extremo en la aventura de la vida.
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